Crónicas de Eratóstenes

¡Llegaron a la superficie!

Se encontraba el buen Eratóstenes, sentado en el patio trasero de su casa a las afueras de la ciudad, viendo crecer con mucho amor su pequeña planta de Cicuta. Alcanzaba a escuchar el alboroto que causaba el pregonero a su paso. Los investigadores habían llegado a la superficie. Hacía más de 2 lunas nuevas que se les había enviado a investigar lo que había en el fondo de la fosa Gorgoniana y por fin regresaban de tan excitante encomienda. Traían consigo especímenes de animales exóticos jamás capturados vivos, tales como el minowana, de plantas ignotas de peculiar belleza y de amigable peligrosidad, y en sus rostros la huella inefable de los peligros vividos en las aventuras por fin acabadas. El buen Eratóstenes, con su sabiduría práctica, puso manos a la obra y él mismo envió dos pregoneros, uno al norte de la ciudad y otro al sur, para que publicaran la noticia a la plebe toda. Los resultados no se hicieron esperar, él podía escuchar el murmullo del pueblo, como en cuento de Juan Rulfo, trepando con sus manitas por las paredes de su casa. Al día siguiente, el gobernante municipal Gorgonio el Magno, calladamente, sin aspavientos ni honores públicos, personalmente encabezó los trabajos de pavimentación de las calles y avenidas, tapando todos los huecos, buracos y cavernas ocasionados por las lluvias recientes, entre ellos, la intrigante Fosa Gorgoniana de los cruces de las avenidas principales, llamada así en honor al gobernante municipal.

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